Sus ojos exorbitantes recuerdan a los de las viejas muñecas Blythe (modelo de retinas exageradas producidos en Hong Kong en los '70). Pero Belén Chavanne está lejos de querer pretender ser ejemplar de estantería.
Villana de Casi ángeles (Telefe), tuvo un pasado como conductora de MTV y "como chica rebelde" y hoy, a los 21 años, asegura no saber hacia dónde la encauzará la TV, pero sí hacia dónde no lo permitirá: "No quiero ser una muñequita más de las que dan vueltas por ahí", dispara.
Dispara y sonríe. Ambigua. Mitad rocker, mitad cándida.
Casi ángel que se filtró en la pantalla a fuerza de descaro, sin más pasado de preparación artística que la que le dio "la calle". Llega a la entrevista con su chocolatada en envase reducido y las uñas despintadas y desentona en ese bar aristocrático de clientes acartonados que ella eligió. Quizá su secreto sea jugar a ser y no ser.
¿No es opuesto ser chica MTV y luego "Casi ángeles"? ¿En qué lugar te sentís más vos? Tal vez hace diez años sí hubiera sido lo opuesto. Ahora no lo creo. Yo llegué a presentar en MTV canciones de Casi ángeles. Diez años atrás, el canal jamás hubiera puesto una canción de Jugate conmigo. Se dieron cuenta de que el mercado adolescente es un mercado fuerte y no les queda otra.
¿Pero sabés qué me daba bronca? Presentar artistas como la típica flaca adolescente a la que maquillan exageradamente, le ponen mucha guita y no escribió ni una canción. Eso es vacío. Sé que hay un productor detrás diciendo Necesitamos una chica que sea linda y rebelde. Todo prefabricado.
La muchacha del nombre hebreo se crió en Belgrano, rebotando de escuela en escuela. "Pasé como por siete colegios. O porque me mudaba o porque me echaban", explica y abre el paraguas con semblante de yo-no-fui: "No hacía nada grave. Era irrespetuosa. Soy muy rebelde", confiesa.
A los 15 años obtuvo su primer trabajo como modelo de gráfica para una empresa de celulares en la que apenas se veía de espaldas. El puntapié le abrió las puertas del mercado publicitario para Bélgica, Francia, Estados Unidos, Perú y Chile. Fue dos años después cuando afiló su don más preciado, el desparpajo, y tras una fiesta de MTV, le pidió la dirección de mail a un ejecutivo de la señal. Vía electrónica se ofreció para un cásting con la convicción de que "tenía que trabajar ahí sí o sí".
"El casting fue horrible, nunca me había puesto tan nerviosa y al día siguiente pedí que me lo volvieran a tomar. Y entonces sí, lo hice en serio". El extraño acuerdo le salió de maravillas y durante un año se puso frente a las cámaras del canal para conducir Los 10 más pedidos, en dupla con el joven Jerónimo Oriana. "Lo mío evidentemente era actuar, porque en MTV yo no me podía ni mirar haciendo de mí. Decía cualquier cosa y me sentía muy expuesta", despotrica.
Sin más mochila de formación que un seminario teatral con Joy Morris, Chavanne debutó en la actuación el año pasado, en la malograda tira juvenil Champs 12, como hermana del personaje de Andrea Campbell. La invitación al cásting le había llegado por mail (sí, otra vez un mail devino en su golpe de suerte).
Cuenta graciosa que, de niña, era fanática de Chiquititas,al punto de "querer formar parte del hogar de huérfanos". Y amplía el tenebroso concepto: "Chiquititas hablaba de arreglárselas solos. Y eso era lo que todo chico hubiera soñado: la verdad, uno quería no tener padres para poder meterse ahí adentro".
El destino la atrajo hacia las huestes de Cris Morena (Casi ángeles) en el personaje de Nina, una jovencita "fuerte y a la vez frágil". ¿Cómo se explica eso? "Ella se enfrenta a su madre, que tiene una actitud represora, tiene agallas, pero a la vez sufre problemas de salud. Arrancó como muda, tenía un marcapasos. Le pasó de todo", se ríe.
¿Intenciones de mostrarse en pantalla como algo más que una adolescente en plena etapa de montaña rusa?: "Me encantaría, tengo la ansiedad de un papel jugado, pero también me doy cuenta de que para los papeles adultos tengo toda la vida por delante".
En pleno debut cinematográfico (ver Su llegada al cine), el casi ángel que despierta devoción entre niños y quinceañeros, y que sueña con emular personajes de cine como los de Annie Hall, de Woodie Allen, reconoce sin sonrojarse su fortaleza: "No me doy cuenta de que estoy actuando. Me tomo las cosas jugando y estoy en el lugar en el que tengo que estar, sin pensarlo demasiado".
Luego de abandonar la carrera de diseño de indumentaria y con ánimos de VJ de fiestas, Chavanne va por la vida con su chocolatada a cuestas y la rebeldía de quien, pese a su tez pálida, casi de los años '20, no necesita de cama solar ni de bondades del maquillaje. "Ya te dije, yo no quiero ser una muñequita más de este medio", se despide insistente por dejarlo en claro. Se reconoce "suertuda", pero aclara que a la suerte también hay que "saber verla". Y se va revoleando para cada ángulo esos ojos dignos de muñeca Blythe.
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